Estoy sentada frente a la computadora
escribiendo esta entrada porque no tengo nada mejor que hace. ¡Mentira! Podría
estar aprovechando el tiempo para continuar con un escrito que estoy a punto de
terminar, o qué tal si me pongo a terminar de leer la novela que tengo pendiente.
Que por cierto, tengo que hacerle una reseña. Sí, no tengo nada mejor que
hacer. La cuestión no es tener nada que hacer sino que no encuentro como
hacerlo.
Es decir, cada vez que intento leer de alguna forma encuentro la manera de
distraerme. Sí, ya sea el internet, música o algún capitulo de mi serie
favorita que estén pasando por la tv. No logro concentrarme y, créanlo o no, me
exaspera. Quiero leer, quiero escribir, pero me distraigo con facilidad. Creo
tener todo el verano para ello, pero no es así.
Lo que considero mis vacaciones para leer y
escribir, se han resumido a mes y medio. Increíble, pero cierto.
Tal vez deba mudarme a una cabaña sin
internet, televisión ni radio. Desconectarme de toda civilización y solo
llevarme mis libros y mi libreta. Sin duda alguna eso funcionaría, pero no va a
ocurrir así que tendré que ponerme para mi lugar. Y no es que no quiera leer ni
escribir, al contrario eso quiero, pero hay demasiadas distracciones. También
puedo adjudicarle mi falta de motivación a las actividades que me han estado
distrayendo esta semana.
Actividad de Excelencia Académica en lunes,
Día de logros el martes y mañana graduación. Sí, me graduó y no de sexto grado
(que he ido a comprar zapatos para mi graduación y me han dicho qué si era de
sexto). Es mi último año de escuela superior, próximamente voy a la universidad,
y como he tenido que estar en preparativos tampoco he encontrado el tiempo para
leer ni escribir esta semana.
Lo que pido es motivación y menos
distracciones. Pienso que después de que esta semana concluye me pondré a leer,
si que si, y terminaré mi hermosa novela. De igual manera, no es que tenga nada
mejor que hacer.
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